Esta misma semana terminó la Primera Temporada en la cadena correspondiente que la ha emitido en España, y tampoco hace demasiado que terminó en Estados Unidos la que, a fecha de hoy, yo veo como la serie de televisión de 2011: “Juego de Tronos”, basado en las novelas del ahora sobradamente popular George R.R. Martin, a quien la publicidad rápida (y, por otro lado, cierta), bautizan como “el Tolkien norteamericano”.
Lo que es cierto es que, como fan desde que aprendí a leer de lo fantástico, reconozco, como muchos otros fans del mismo género, que tras Tolkien la invasión de producto barato en universos copiados me echó bastante para atrás y, hasta su transformación en serie, no me atrevía a acercarme a los mundos de George R.R. Martin, de quien curiosamente redescubrí hace poco fue guionista de bastantes (y mejores)capítulos de una de mis series favoritas de los 80 en televisión, “La Bella y La Bestia”, la que transcurría en las profundidades de Nueva York protagonizada por Linda Hamilton (famosa por ser la madre de John Connor en las dos primeras “Terminator” de James Cameron) y el hombre de las mil caras: Ron Perlman (especialmente popular desde que tiñese su piel de rojo en las dos películas de “Hellboy” dirigidas por Guillermo del Toro).
Lo cierto es que, ahora no creo que pueda aguantar hasta abril de 2012 a que estrenen la Segunda Temporada de la serie y seguro me haré con los libros, cinco hasta la fecha.
Pero antes de eso y al tiempo que la serie se convertía por derecho propio en la revelación de la pequeña pantalla, DEBOLS!LLO ha vuelto a dar en el clavo con la publicación de dos cómics que adaptan una precuela de lo acontec ido en “Juego de Tronos”.
“EL CABALLERO ERRANTE” / “LA ESPADA LEAL”
GUIÓN: BEN AVERY / GEORGE R.R. MARTIN
DIBUJO: MIKE S. MILLER
DEBOLS!LLO / RANDOM HOUSE MONDADORI
En el mismo continente de Poniente en que transcurren las novelas del ciclo “Canción de Hielo y Fuego”, pero un siglo antes del arranque de “Juego de Tronos”, tiene lugar otra historia plena de lo que hacen a George R.R. Martin un autor único. La historia aquí también nos atrapa: en este caso el escudero de un caballero errante, muerto éste, trata de convertirse en lo que fuera su mentor en una gris Edad Media donde se habla de maravillas pasadas y la realidad la dicta un feroz feudalismo donde la clase determina el destino… aunque no siempre. Adentrándonos en una época en que la dinastía Targaryen se encontraba en su apogeo, las aventuras de este escudero de nombre Dunk y de un crío llamado Egg que quiere, a toda costa, ser su escudero, nos conducen sin freno a un relato con todo lo mejor de Martin, adaptada con un dinamismo cinemático por el veterano Ben Avery (a quien siempre admiraré por haber creado “Lullaby”, otro recomendable tebeo donde se readaptan los mundos de “Alicia en el País de las Maravillas”) y eficazmente ilustrado por Mike S. Miller, habitual de mundos Marvel a quien conocía especialmente por su “The Savage Dragon”.
En el primer libro, aprendiz de caballero y escudero en ciernes acaban en un gran torneo en Vado Ceniza, donde los acontecimientos superarán sus modestas aspiraciones. De hecho, el inevitable toque de George R.R. Martin es, recordanos que en su creación manda la realidad, la cruda, aspera y dura realidad que nos sorprende y atrapa porque tanto lo bueno como lo peor es posible.
En el segundo libro, del que mejor no desvelamos cosas básicas, continúan las aventuras de Dunk y Egg en un empobrecido territorio de Tiesa, donde una grave sequía ha provocado que también surja una violencia a la que los protagonistas se ven avocados a lo largo de otro relato de cuyas páginas es imposible despegarse hasta el final.
Si “Juego de Tronos” te ha causado la misma impresión que a todo mortal, no dudes en experimentar la precuela en viñetas. El sabor a viaje y aventuras de estos dos libros no puede ser más auténtico.
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