Aminora el paso. Respira. Aléjate de las corrientes humanas que,
aceleradas, nos rodean: en la calle, en el transporte público, en las redes
sociales, en los medios. Párate. Mira alrededor. Desdibuja la prisa y descubre
lo que nos rodea, cada día, sin que ni un 1% de quienes pasan por el mismo
sitio sean capaces de verlo. Los edificios, el cielo, las nubes e incluso ese
amanecer de invierno impresionante en que caminamos cada día sin ver, con el
bozal de las obligaciones, las rutinas necesarias… Lo has olvidado, como todos,
pero hace apenas unos años a todos se nos obligó a ser conscientes de estos
pequeños detalles para ser capaces de superar las horas. Sí: la pandemia, el
confinamiento. En ese contexto donde incluso la rotación de la Tierra que
aceleramos con nuestra presencia, entre mayo y junio de 2020, Jean-Christophe Deveney y Tommy Redolfi reconocen en alguna
entrevista reciente que nacieron las bases y la idea de esta brillante obra que
es Meteoros. Historia de
gente que pasa.

La premisa del resultado final, este curioso libro apaisado,
editado en cartoné por Salamandra Graphic que
ahora puedes encontrar en tu librería o tienda de cómics favorita, recuerda a
esos momentos de aparente fin del mundo con otra premisa en la que, sin ser
originales, desde luego nos trasladan un mensaje completamente diferente.
Porque si te cuento que de repente un día los medios de comunicación lanzan un
mensaje de alerta sobre la llegada real e inminente de un enorme meteoro a la Tierra,
con un impacto previsto de magnitud equivalente al que provocó la desaparición
de los dinosaurios, a tu mente, seas aficionado a los cómics, al cine o a la
literatura, van a venir decenas de escenas similares ya vistas, leídas o
escuchadas.

Pero Meteoros. Historia de gente que pasa no está protagonizada por ningún Bruce
Willis. Al contrario. Jean-Christophe Deveney utiliza
como hilo conductor el anuncio de la llegada del meteoro para pararse a mirar a
quienes tratan de seguir viviendo pese al inevitable final anunciado. «Hablamos de la vida -corrobora- y de todo eso en lo que no nos fijamos habitualmente, porque los
protagonistas aquí son los personajes secundarios de cualquier historia». Ni
siquiera antihéroes. Tan sólo gente corriente, como tú, como yo, como todos los
que vivimos apurados al día, con las preocupaciones de quienes estamos tan
abajo como para solo vivir con los pies en la tierra.

Con una calma que, sin embargo, te engancha en cuanto empiezas a
caminar en los silencios de los personajes, es fácil identificarse entre la
variada galería de aproximadamente quince personajes secundarios cuyas vidas se
dibujan en un invierno en el que el artista Tommy Redolfi se detiene y nos
deleita en extremo. «Incluso el formato
apaisado -explica el dibujante- responde
al anhelo de un ambiente pausado, meditativo. El formato vertical tiende
directamente a acelerar la narración, pero el horizontal relaja incluso la
visión, que necesita más tiempo para pasar del lado izquierdo al derecho del
libro. A eso ayuda la presencia omnipresente de la nieve y los silencios a lo
largo de todo el álbum. Vivimos en un mundo que pasa a velocidad constante, por
eso pienso que es necesaria esta calma, parar, durante la hora o la hora y
media en que tardas en leer este libro».

Las vidas a las que nos invitan en estas páginas los autores son
del todo variopintas: una enfermera a domicilio, madre soltera con problemático
hijo adolescente en el momento cumbre de incomunicación generacional, junto a
varios de sus pacientes. El hijo, cuyo mejor amigo es aún más despegado de su
familia que él. Las amigas de ambos. Y, entrelazando los pasos de estos y
muchos otros, el personaje de Floyd, un
adulto enorme y dependiente a quien cuida Gary, y que comparte trabajo en un gris y gigantesco almacén que
forma parte de una inhumana cadena que recuerda en todo a esa tienda de origen
sueco que todos conocemos. Sin subir en ningún momento el tono o la categoría
de quienes entran en escena (la encargada de tienda, el protestón que lleva
toda la vida trabajando allí, la mujer sola que ha perdido temporalmente a su
perro…), Jean-Christophe Deveney retrata
personajes creíbles, realistas, que afrontan la incertidumbre e inquietud por
el meteorito como solo uno más de sus problemas cotidianos.
Meteoros. Historia de gente que pasa fue acertadamente galardonada con
el gran Premio del jurado en
el Festival Internacional de Angoulême 2025. Jean-Christophe Deveney y Tommy Redolfi nos hablan de algo
por lo que el planeta entero pasó hace no tanto tiempo, por mucho que ya nadie
lo recuerde y, sobre todo, por mucho que nuestra realidad actual demuestra que
no aprendimos nada de lo sufrido. Pero trasladado a este futuro posible de
colores tenues en que un meteoro promete acabar con todo de golpe. Su forma
creativa de afrontarlo es un relato gráfico de una tremenda belleza silenciosa
en el sencillo pero detallista dibujo de Redolfi dando
forma a la melancolía y la tristeza en la descripción del que podría ser el
último invierno para los personajes del relato. A todos ellos, no sólo los
conocemos, sino que nos encariñamos, vivimos y sufrimos a lo largo de algo más
de 300 páginas en las que se evidencia la que siempre será la mayor de las
sabidurías: la de la gente que tiene que vivir pase lo que pase, por los demás,
por sus familias, por la gente que depende de ellas. Los héroes silenciosos,
desconocidos y normalmente ignorados del mundo real.

Y pese a todo y sin contarte el desenlace de Meteoros. Historia de gente que pasa, la sensación después de tan simples pero
intensas vivencias dibujadas es la de la esperanza. Porque la forma de afrontar
la adversidad, por obvia que parezca, es permanecer unidos, cuidar los unos de
los otros. No hay más. Es la fórmula que siempre tenemos delante de las narices
por mucho que nuestras sociedades nos lleven a velocidad de vértigo al
individualismo y la soledad no buscada en muchos casos. Al final sólo se trata
de vivir, conscientes de que va a amanecer cada día hasta que, sin saberlo nunca,
llegue el momento en que todo se pare, sea para nosotros o para todo el mundo.
Por eso, mientras tanto, no dejes de pasearte si tienes la oportunidad por las
meditadas páginas de este libro, en las que recordarás la importancia de parar
y tomarte el tiempo al menos de leer esta sorprendente y gratificante novela
gráfica. SOBRE LOS AUTORES
Nacido en 1977 en Hyères, Jean-Christophe
Deveney estudió historia en Aix-en-Provence, literatura en
Montreal y diseño de terrazas en Montpellier, antes de establecerse en Lyon en
2001. También asistió al taller de cómic de Didier Tarquin, lo que le condujo
a Pitchusan, le petit
samouraï (2002),
su primera obra como guionista. Su encuentro con Guillaume Martinez y Raf Sarfati dio lugar a la creación de L’épicerie Séquentielle, la asociación de
autores de cómics lyoneses. Sigue siendo su secretario (con traje) y, al mismo
tiempo, desarrolla su trabajo como escritor e imparte clases de guion en la
Escuela de Artes Aplicadas.
TOMMY REDOLFI
Nacido en 1979, Tommy
Redolfi estudió en la Escuela Émile Cohl de Lyon. Sin embargo,
nació y aún reside en Grenoble. Colaboró en los cinco números del fanzine Mister Green y en varias
antologías de renombre (Patate Douce y Verlaine, Ronsard, Rimbaud, publicadas por Petit-à-petit). Sus primeras novelas
gráficas fueron publicadas por Paquet: Rayban Dog, en 2003, con guion
de Paul Murphy,
y La Perspective Nevski,
adaptada de Nikolai Gogol, en
2005. Ambas obras atrajeron la atención del público y la prensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario