SANTIAGO GARCÍA / DAVID RUBÍN
Si hay algo que David Rubín sabe hacer mejor que nadie es ser omnipresente en todo rincón donde se hable de cómics y novela gráfica. Pero lo mejor es que, en su presencia continua en redes sociales, reseñas, firmas, presentaciones y un nunca parar quieto, nunca desaprovecha la oportunidad de hablar de lo que nos tiene guardado cuando todavía no podemos cerrar la boca extasiados por su proeza gráfica con los dos imprescindibles tomos de “El héroe” (Astiberri). Así, “Beowulf” más que el anuncio de una obra, ha sido durante todo 2013 una de las más largas esperas para contemplar la nueva obra original de un autor, porque Rubín le ha dado forma contándonos su día a día, las páginas abocetadas, las entintadas y la contrarreloj de insuflarles vida final con un color que veía venir la anunciada fecha de salida. Apoyado además por las siempre medidas palabras de un experto en cómics como Santiago García, cuando tomé por primera vez “Beowulf” en una librería todo lo anunciado por Rubín se quedó corto. En primer lugar por el formato: 22 x 31 cm. Para disfrutar a lo grande de las gigantescas viñetas y páginas dobles con las que además Rubín ha superado todo lo ya logrado en “El héroe”. Una vez más, al que considero uno de mis dibujantes y coloristas de referencia del panorama gráfico actual, hace que asistir a una vieja historia ya sabida (la leyenda de Beowulf la hemos visto incluso guionizada por Neil Gaiman en película animada de Robert Zemeckis), se convierta en una experiencia para la que faltan las palabras. En todo caso, leer “Beowulf” sólo puedo compararlo con la sensación que tenía cuando, hace décadas, se editaban en España álbumes de autores europeos como Schuiten o Moebius en ediciones de lujo de gran formato que se te quedaban grabadas para siempre. Lo bueno es que ahora son dos autores y una editorial de aquí los que han parido un libro que, con el tiempo, será reconocido como la obra cumbre de la edición y un buen hacer al que ahora mismo no hace sombra ninguna obra ni autor internacional, o al menos no en un género como el de la acción convertida en objeto de arte en una asombrosa sucesión de viñetas como nunca hubieses creído posible. Y si crees que exagero, busca el libro, sopésalo, hojéalo y prepárate a perderte en un universo visual único, donde David Rubín y Santiago García son ganadores absolutos.
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