JUAN SÁENZ VALIENTE
BANG EDICIONES
Por muchas razones, éste es un libro que salta a tus manos desde la primera vez que lo ves en la estantería de tu tienda de tebeos favorita. Primero porque Bang Ediciones insiste con un gran formato que supera la media y que funciona visualmente a la primera, gracias a la llamativa portada del autor, que te hace coger su libro para ver qué clase de nuevo aventurero a lo Indiana Jones es capaz de contar su historia a través de una línea clara (no sus colores, en cambio) que nos hace pensar, aunque sea un segundo, en Tintín y Theodore Poussin. Lo bueno es que, pasado el flechazo de sus muchas virtudes gráficas, Norton Gutiérrez funciona igual de bien viajando en sus páginas, con una especie de ceniciento al que acontecimientos inesperados superan y embarcan en una aventura que gira alrededor del secreto que guarda el collar de Emma Tzampak, famosa cantante Maya, y que conduce a Norton a la búsqueda de la isla Bimini y sus secretos.
Original y más que entretenido relato trazado por grandes personajes, este libro conserva y destila el más genuino sabor de los mejores tebeos de aventuras de nuestra infancia. Ojalá cómic y autor lleguen muy lejos.
ENTREVISTA CON JUAN SÁENZ VALIENTE
Leído desde Europa, su obra recoge gran parte del estilo y riqueza visual de algunas grandes obras de la historieta europea, parece hecha desde aquí. ¿Cómo se ven sus personajes desde Argentina, un país con tan gloriosa cantera de autores bien queridos en Europa? ¿Siente que Norton resume y retrata a un argentino o a un ciudadano del mundo?
En realidad es un homenaje completamente caprichoso y personal a los universos de aventuras que me han influenciado y rodeado en mí infancia. No tiene nada de demagógico hacia el lector argentino, sino todo lo contrario.
Decidí poner en una licuadora todos esos universos que tanto siempre me habían atraído y fascinado; robé descaradamente un poco de aquí y de allá a cada uno. Para empatar el Frankenstein resultante, cubrí la superficie homenajeando el estilo de la línea clara francobelga. Del cual Tintín es el principal pilar, además de uno de los principales homenajeados por Norton. La historia pasa, en realidad, en una suerte de Montevideo (Uruguay), ya que es una ciudad que por su arquitectura se presta mejor para la línea clara que Buenos Aires. Decidí situarlo en una suerte de 50s ya que en esas épocas las cosas estaban dadas mejor para la aventura; al no existir los satélites se creía mucho más que ahora en mundos desconocidos; rincones del planeta inexplorados. Tampoco había aires acondicionados por lo que las ventanas quedaban abiertas (por ejemplo, “La ventana indiscreta” no podría pasar hoy), ni celulares, por lo que la incomunicación era mayor; ¡Todo se prestaba más fácilmente para los gags! Además, para darle color, como buenos uruguayos, todos toman mate. Ahora que lo pienso, puede que el resultado sea demasiado sudamericano para un europeo… (risas)
Dada su vinculación al mundo de la animación y del cine aparte de las historietas, de quién aprendió más en su niñez: ¿de Tintín o de Indiana Jones?
Cuando era niño en el colegio todos jugaban monótonamente al fútbol. Yo no entendía por qué el lateral debía sacarlo el equipo contrario, si uno había sido el último que había tenido control sobre el balón. Por lo que cuando la pelota terminaba en mis pies, y la pateaba rápido hacia afuera, todos me odiaban. Entonces me dediqué durante las clases de educación física a jugar con las niñas al quemado, y a leer incansablemente mi colección de Tintín una y otra vez durante los recreos.
Por el contrario, debo admitir que de niño nunca vi las películas de Indiana Jones. Puedo justificarlo con que yo no tenía una buena relación con el novio de mi madre, quien era fanático de la saga. Era un psicólogo que debido al vago parecido que tenía con Harrison Ford, actuaba por una reacción muy primaria de identificación haciéndose el aventurero e imitando al impávido arqueólogo.
Muchas años después (hace unos pocos), finalmente logré desasociar a Indiana Jones del psicólogo. Libre de prejuicios, pedí en mi videoclub la trilogía. ¡Qué bache ineludible en mi formación! Inevitablemente pasó a ser uno de los pilares de referencia para Norton. Espero en unos años juntar más coraje y poder leer a Freud.
Su historial de trabajos incansables le precede. ¿Cree que con este libro y su actual editorial logrará crear suficiente atención a este lado del charco como para considerarle habitual presencia venidera en el panorama del cómic en España?
¡Me encantaría que eso pase! Sería un placer publicar seguido en España. Durante toda mi vida me la pasé leyendo comics del mercado español; ¡Vengo de ahí! ¡También es un honor publicar por primera vez de la mano de Bang, y con una edición tan lujosa; nunca había publicado en algo de semejante tamaño y con un lomo tan grueso!
¿Cómo surge la posibilidad de publicar simultáneamente en España y Francia de la mano de Bang? ¿Es Europa su sueño o ha logrado gran parte de sus metas vitales en Argentina?
Un día me visitó Ed Carosia y le mostré el proyecto, informalmente. Le expliqué que temía que nadie lo publicase, porque era un homenaje a este universo retro de gustos personales; un rollo demasiado rebuscado. De todos modos, pese al rechazo de algunas editoriales, yo había decidido dibujarlo todo, porque tenía realmente muchas ganas de hacerlo, sin pensar en quién lo editaría. ¡No sabía que Ed Carosia, además de ser un colega al que admiro enormemente, era editor de Bang; qué mala manera de intentar vender un proyecto de mí parte! De todos modos… ¡Funcionó!
En Argentina nadie puede vivir de hacer libros de historietas (no es el mismo caso el del humor gráfico y las tiras cómicas). Todo dibujante de historietas que vive de eso lo logra porque publica o con los americanos, o con los europeos (Francia o Italia) o en algún que otro particular caso con los mangas orientales, pero nunca en la Argentina. Yo he tenido la suerte no sólo de poder publicar todas mis obras en el mercado francobelga y también en el argentino. Si bien el primero es el que lo hace rentable, el segundo me da el placer de compartirlo con la gente que me rodea. ¡No puedo quejarme! Sólo esta vez, que espero que la edición española pueda llegar a manos de mis compatriotas.
¿Es "Norton" el prototipo de historieta popular y comercial en Argentina? ¿Qué se vende y se lee realmente del género en esto días en su país?
¡Para nada! En Argentina, la influencia de Tintín, (mi principal homenajeado), es casi nula. Sus libros eran importados de España y por ende muy poco accesibles hasta los noventas, cuando unas versiones de tapa blanda lo fueron recién un poco más. Las historietas populares que eran leídas por los trabajadores en los trenes aquí eran las de editorial Columba, o Skorpio, por ejemplo. Si hay que hacer una comparación, se parecían más a los “Tex” italianos. Tintín era leído sólo por una minoría.
Creo que la Argentina no tiene el mismo nivel de vanguardia que tiene España. Hemos avanzado mucho en el humor gráfico y las tiras cómicas; tenemos muy buenas novedades en este terreno. Pero en cuanto a las historietas, cómics, novelas gráficas, o como se las quiera llamar, el ambiente sigue siendo bastante conservador en líneas generales. Pero creo que está arrancando nuevamente y soy optimista; creo que en unos años aparecerán nuevas potencias.
No encuentro en su estilo como dibujante nada de ningún autor comparable a su obra. ¿Lo prefiere así o reconoce su influencia en algún autor o estilo de dibujar en concreto?
Como decía antes, es una gran mezcla de robos; en lo que respecta técnicamente al dibujo, principalmente a Franquin y Hergé y a los animadores Frank Johnson y Ollie Thomas.
¿Qué resulta más gratificante: el resultado final de ver los minutos de un corto de animación que le han llevado meses de trabajo o un álbum tan vistoso y atractivo como "Norton", que le ha llevado...?
Norton me ha llevado como dos años de dibujo. Una vez dibujé una animación que duraba un poco menos de tres minutos y me llevó un año hacerla... Creo que son géneros distintos, pero los tiempos en proporción son aproximadamente esos; un minuto de animación contra 20 páginas de historieta. Si bien la animación nos permite meter sonido, movimiento (y por ende tiempo), teniendo más control sobre lo que queremos mostrar y decir, nunca se podría llegar a contar una historia con la complejidad de la de Norton haciéndola en dibujo animado una sola persona… Salvo que dedique su vida a ello, claro está.
Entrevista por Rolo
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