No somos muy de hacer listas anuales con los supuestos "mejores" de algo porque, el mundo del Noveno Arte, por suerte, si algo es capaz de enseñar es cómo sin importar el momento o el lugar y, sobre todo, del año que provenga una obra, siempre vamos a descubrir algo. Nuevo, original, adictivo, entretenido y también, por qué no, decepcionante a veces. Pero lo que no podemos evitar aquí y ahora, incluso si descubres esta entrada dentro de dos años o dos siglos, es aprovechar esta recomendación en forma de reseña porque Reservoir Books, que son quienes han tenido la gran idea de descubrirnos la psicodelia hecha dibujo de Brian Blomerth en este MyceliumWassonii, completan con esta y alguna otra sorprendente novedad de última hora un 2025 de verdadero lujo pero, sobre todo, propuestas diferentes que se ha convertido en mucho más que meros lanzamientos de cómics y novelas gráficas. El año comenzó con Liv Strömquist, la divertida y ácida autora de La voz del oráculo para pasar a Alimentar a los fantasmas de Tessa Hulls, ganadora nada menos con este libro del Premio Pulitzer 2025 de Autobiografía. El italiano Zerocalcare nos deleitó con nuevo trabajo: Será todo para mí; mientras que autores de aquí abrieron nuestras mentes con propuestas tan meditadas como La plaga de Javier y Juan Gallego o la explosión de imaginación gráfica de Natalia Velarde y su Encías quemadas. Alison Bechdel puso la nota de humor y reflexión al tiempo que Liniers nos recargaba con su optimismo natural de energía para no olvidarnos de los clásicos que ha reeditado en cuidadas reediciones de formato espectacular: El Eternauta de Alberto Breccia a tiempo del estreno de la serie de Netflix; Peanuts de Charles M. Schulz; completísimas ediciones en formato gigante de Paracuellos y Pepe de Carlos Giménez, de quien también disfrutamos nuevas aportaciones a su intachable trayectoria como El libro del señor Marcos y Cien y pico dibujos sin fundamento… Y aún hubo más: Joe Sacco, Charles Burns e incluso nuevo trabajo de una de nuestras autoras favoritas: Keum Suk Gendry-Kim con Mi amigo Kim Jong-un. El viaje, como puedes comprobar, ha sido intenso… Pero aún no terminó, como demuestra esta penúltima carta que vuelve a asombrarnos y atrapar nuestra mirada. Y es que ni siquiera la prometedora portada de Mycelium Wassonii es capaz de prepararnos para lo que descubes cuando te decides a abrirlo.
El lado
completamente real que inspiró al polifacético artista Brian Blomerth a realizar MyceliumWassonii fue la vida y obra de Robert
Gordon y Valentina Wasson. Nacido
en Estados Unidos, Robert Gordon Wasson
fue periodista financiero para el New York Herald Tribune, dónde
trabajó como columnista diario, hasta que en 1934 se incorporó a la firma J.P. Morgan Company, de la que llegaría
a ser vicepresidente en 1943. En 1926 se casó con Valentina Pavlovna, una pediatra rusa. Aunque pueda parecer ficción,
el matrimonio tuvo que aplazar su luna de miel hasta el año siguiente, cuando
decidieron pasar unos días en una cabaña en las montañas Catskills del estado de
Nueva York. Fielmente dibujado al detalle este episodio por Brian Blomerth, cuándo estaban paseando
por el bosque, Valentina se adentró
en el bosque gritando alegremente que había visto setas. Comenzó a recogerlas
mientras su marido, horrorizado, le gritaba que no lo hiciera, que eran
venenosas. Pero Valentina no sólo
las recogió, sino que las cocinó para cenar y se las comió, delante de un Wasson horrorizado. El recuerdo de la
experiencia quedó hasta en los libros de Historia porque esa actitud tan diferente
del matrimonio Wasson ante las setas
les llevó a reflexionar sobre la existencia de pueblos amantes de las setas o micófilos (como los rusos en los
recuerdos que igualmente dibuja aún con más color Blomerth) y de pueblos a los que no les gustan las setas o micófobos
(los anglosajones). De aquí acuñaron los términos micofilia y micofobia. Pero
sobre todo, se inició una trayectoria vital que, a lo largo de 30 años les
condujo a intentar aclarar el papel de los hongos en el pasado de la humanidad.
Recordados sobre todo por popularizar el uso de hongos psicodélicos, sobre todo
por sus ceremonias con hongos psilocybe
en diferentes lugares de México, lo cierto es que la labor científica de los Wasson integró y aunó datos micológicos
con datos de otros campos de conocimiento tales como la historia, la religión,
aspectos lingüísticos, mitología, arte y arqueología. A esta nueva disciplina la
llamaron etnomicología.
Habitual de
publicaciones completamente underground
y fanzines, Brian Blomerth comenzó a
ser un nombre más conocido con su primera obra larga: Bicycle day, en la que
relata a través de su muy personal forma de dibujar, los acontecimientos del 19
de abril de 1943, cuando el químico suizo Albert
Hofmann ingirió una dosis experimental de un nuevo compuesto conocido como dietilamida del ácido lisérgico,
embarcándose sin saberlo aún en el primer viaje con ácido del mundo. “Es curioso –recordó el autor en su
rueda de prensa presentando MyceliumWassonii a los medios españoles-. Dennis McKenna, que
escribió el prólogo de mi libro, me sugirió el nombre de los Wasson para un segundo libro. Yo había
oído hablar de ellos, pero tampoco había profundizado. Y cuando empecé a leer
el primer libro que escribieron Gordon
y Valentina Wasson pensé que sería
fantástico hacer un libro al respecto. Me acabé leyendo todo el catálogo de sus
libros e incluso alguna edición limitada. Y así fue
como mi interés fue creciendo, bueno, lo despertó totalmente”.
El micólogo
de prestigio internacional y pionero en la investigación sobre el uso medicinal
de las setas Paul Stamets, firma la
interesante introducción a un libro donde Brian
Blomerth logra contarnos todo lo que de pioneros tuvo la aportación de los Wasson mientras que para ello se
muestra desatado, con un dibujo tan elaborado, minucioso y colorido que te
aseguro no se parece a nada que hayas visto antes. Stamets destaca el papel de Valentina
del mismo modo que lo hacen los dibujos de Blomerth.
Como recuerda el micólogo: “la historia
debe reconocerle el mérito a ella, que era la micóloga de la relación, además
de una de las pioneras en señalar que la psilocibina podría ser beneficiosa en
los tratamientos de problemas psiquiátricos. Tina llevó a Gordon
literalmente de la mano por un vasto campo de estudio que, de otra manera, él
no habría explorado”.
Sobre su
forma de dibujarnos la historia, a través de una estética casi infantil con
personajes humanizados pero con caras de animales al estilo de los dibujos
animados de los años 20, Blomerth
admite “me encanta el género de los funny
animals. Me encantan los personajes animales y humanos como, por ejemplo, el Pato Donald de Carl Barks. Creo que encaja muy bien con la realidad actual de la
psicodelia. He trabajado en este género durante bastante tiempo por temas diferentes.
Así que pensé: si tengo que hacer este libro, tengo que hacerlo así”.
Consciente
del viaje en si mismo que provocan sus dibujos, Brian Blomerth utiliza toda técnica posible en su viaje surrealista
a la vida de los Wasson sin límites:
tinta, acuarelas, dobles páginas y paisajes y escenarios que parecen sacados de
otro planeta. Y pese a ser capaz de dejarnos absortos durante minutos en una
sola de sus viñetas, es capaz al mismo tiempo de contarnos una historia
ordenada de forma apasionante. “Aquí
–explica el autor-, como hablamos de
secuencias psicodélicas, tenemos acuarelas que dan la sensación de que las
imágenes se funden. Curiosamente las acuarelas fueron una técnica muy utilizada
por muchos autores en el ámbito científico, como la mezcla ideal para las anotaciones,
porque se funde todo. En este libros, además, intento que sean lo más sencillas
posible con la idea de que los hechos se plasmen de la manera más básica. Es
decir, hay toneladas de investigación e información, pero he logrado condensarlo
para que se vea sencillo, fácil e incluso infantil”.
El resultado
del titánico esfuerzo del autor te sumerge en una forma única de contar, donde gran
parte de la acción avanza entre silencios donde los colores implosionan
reacciones totalmente inesperadas. “El
libro me llevó –recordó el autor sonriendo- bastante tiempo. La gente cree que esto se hace rápido, pero no, te
lleva mucho tiempo. Mira, cuando haces toda la investigación, empiezan a venir
ideas, como un esquema, pero el esquema es una locura y tienes que recortar por
aquí y por allá. Técnicamente, la verdad es que fui mejorando con el tema de la
acuarela prácticamente al final, e incluso había otras técnicas que quería
utilizar, pero no tenía la habilidad suficiente. Hay muchas cosas metidas en
cada página, pero insisto que quería ser que fuera sencillo, que fuera
divertido y que hubiera información tal como yo considero que funciona mejor.
Pero ¿de dónde viene todo ese enfoque visual? Pues no tengo idea, la verdad. No
lo sé. Mira, leo, llegan algunas ideas y a partir de ahí, voy haciendo cada
página tal como sale y luego me enfrento a la siguiente. Y así paso a paso,
básicamente”.
Negando en
redondo haber empleado sustancias psicotrópicas para crear su trazo netamente
psicodélico, Blomerth explicaba: “a ver, lo de dibujar es muy aburrido. Estás
sentado a una mesa y sería demasiado confuso. La práctica del dibujo está
completamente separada de lo que me pueda tomar. Para dibujar te tienes que
sentar y ponerte muy serio. Incluso si lo que quieres es que los dibujos sean
divertidos. Igual parece que estoy aquí psicodelizado todo el día, pero no, lo
del dibujo es algo como muy muy aburrido”.
No obstante el
resultado de la paciencia de Brian
Blomerth ante su mesa de dibujo nos ofrece la posibilidad de explorar una
experiencia real, una biografía a fin de cuentas, desde un original punto de
vista gráfico y visual que nos maravilla casi más que los alucinógenos viajes
que descubrieron los protagonistas de MyceliumWassonii. “Quería que en cierto modo
fuera como un libro infantil, un libro para niños –apunta el dibujante
volviendo a su arte y técnicas-. Y además
me gusta lo de las dobles páginas, porque cuando pasas la página puedes
esconder muchos detalles. Puedes leer el libro en veinte minutos o te puedes
pasar muchísimo más tiempo. Y creo que la doble página juega también con esta
temporalidad. La mayoría de historietistas, igual es una tendencia underground,
prefieren el uso de muchas viñetas. Y yo pensé: no quiero viñetas, yo quiero
menos. Me gusta precisamente un panel, una sola viñeta, que te permita esconder
detalles. Y por eso me gustan mucho las dobles páginas. Yo creo que desde un
punto psicológico es como: "¡Guau!". Hay gente que reserva la doble
página para grandes momentos, pero yo creo que también está bien para momentos
tranquilos de contemplación. No sé, a mí me gusta así: Eso me permitió también
esconder muchas setas en los pliegues. Hay que mirar incluso en las esquinas, a
modo de juego”.
En un
panorama de la inmensidad del norteamericano y pese a la huella real de su ya
mencionada obra Bicycle day, Brian
Blomerth sigue siendo un artista de corte netamente underground, que sigue colaborando en fanzines autoeditados y que
incluso dedicado como polifacético autor incluso a la música, sigue dedicándose
él mismo a la difusión y venta de su obra. Por eso insistimos en que descubrir
a Brian Blomerth en España es una
realidad que debemos reconocer a las siempre innovadoras apuestas y propuestas de
Reservoir Books. Aprovechando la
rueda de prensa a la que pudimos asistir, aprovechamos precisamente para
preguntarle sobre cómo se sentía ante el impacto internacional de MyceliumWassonii con presentaciones multitudinarias ante la prensa.
“Es una locura. Es una locura total –respondió el autor-. La verdad es que no me lo esperaba para
nada. Cuando hice Bicycle day pensé:
A ver, si tengo que hacer un libro algún día, quiero que sea este libro. Y la
verdad es que para mí el tema de la psicodelia es importante y los cómics son
un medio muy sencillo, muy simple para mostrar algo sin necesidad de un equipo
muy complicado para montarlo y encajarlo con la experiencia de la psicodelia. Una
persona a quien le interese el tema abre el libro y es un uno contra uno. Me alucina
que a la gente le encante el libro, sí. Me siento afortunado y contento, muy
contento. Gracias”.
MyceliumWassonii es una experiencia sensorial que propone y supera muchos de los límites habituales en que se mueve el mundo del cómic, demostrando una vez más que la maleabilidad del medio sigue viva con autores capaces de moldearla de un modo original y sorprendente. En esta recomendación tienes una muy pequeña muestra de lo que contiene el libro. Pero si te acercas a él cuando lo encuentres en cualquier buena librería, entenderás que no exageramos, que lo que aquí ves no es una anécdota de una sola página, sino el preludio de toda una propuesta realmente interesante y apasionante. Lo mejor: este libro es a la vez historia real, es un sentido homenaje y también es el recuerdo ya para siempre vivo de una historia de amor que unió a dos mentes científicas a lo largo de toda una vida.



















































